“La isla oculta. Historias de Cuba” es una obra de Abraham Jiménez Enoa publicada en enero de 2023 en España por la editorial Libros del K.O., encontrándose disponible en Amazon.
Abraham es un escritor y periodista cubano nacido en 1988, uno de los fundadores y columnistas de “El Estornudo”, “revista cubana de periodismo que se mueve entre la crónica, la imagen y el ensayo” según informa el medio en su página web.
Fue el último miembro del equipo de la revista en ser “invitado” por la dictadura militar comunista a marcharse de Cuba en 2022, habiéndose exiliado en Barcelona después de sufrir una sucesión de medidas represivas desde 2016 a raíz de sus publicaciones críticas calificadas de “contrarrevolucionarias” por el régimen.
En sus propias palabras, tales medidas abarcaron “regulación” -prohibición de salida de la isla-, arrestos domiciliarios, interrogatorios arbitrarios, secuestros exprés, acoso a él y a su familia y amigos, amenazas de cárcel, descrédito en los medios oficialistas e intervención de su comunicación privada.
La lectura de este libro es una navegación impresionante entre las palabras entrelazadas con cadencia por la pluma sensible de un hombre revelado como un artista de la palabra que, velando con celo por la fidelidad de los testimonios recogidos, los presenta en relatos con recursos narrativos de alto valor estético, cualidad suficiente para tentar a los amantes de la literatura a internarse en estas 296 páginas en las cuales se reúnen 17 crónicas en torno de las cuales aporta valiosa información sobre la realidad de la isla caribeña.
El texto discurre en oraciones cargadas de sustancia, con descripciones elocuentes ofrecidas sin recargo alguno; como se aprecia en estos ejemplos:
“La cortina se mece de vez en vez, no se sabe si por la brisa nocturna del verano -que corre a ratos- o por los gritos de dolor que cuartean la madrugada.” (en la Revolución de los Acuáticos, p. 13).
“Vio de cerca rostros desdibujados por el alcohol y la madrugada” (en El Hombre Pájaro, p. 33).
“Norberto me habla como si yo fuese un número. Como si todo lo que le rodea formara parte de la resolución de una ecuación lógica.” (en Los Hijos de la Fortuna; p. 55).
“Así nació el domicilio de José, una cueva en penumbras donde no existe la luz eléctrica, y que solo se ilumina en las mañanas y en las tardes, cuando el sol se cuela entre los orificios de las paredes y el techo de madera podrida. Y alumbra, el sol, lo que ya José no puede ver: una cama con un colchón putrefacto por la humedad, cualquier cantidad de objetos inservibles desperdigados por el suelo fangoso, largos trozos de nailon colgados por aquí y por allá y que sin embargo no alcanzan para contener la lluvia que penetra sin clemencia y deja todo derruido, con un hedor insoportable.” (en El Fango, p. 65).
“El gran problema consiste en que nadie sabe las medicinas que estarán a la venta en la semana y no queda más remedio que ir y hacer durante horas una gigantesca fila sin la certeza de que vaya a servir de algo.” (en La Odisea de las Farmacias, p. 105)
“La mayoría de las más de 300 personas que viven aquí son ilegales. Los únicos hogares autorizados son los que estaban construidos antes de la fecha. Que son tres casas, las únicas de mampostería; el resto, las ilegales, son de madera y cartón mojado.” (en El Hueco, p. 177)
Las crónicas abordan diferentes aspectos de la situación cubana actual en un relato descarnado desenvuelto con la sencillez y complejidad de la vida misma, conectado a ella, sin filtros ni disimulos.
Se tejen con hilos desenredados de las vidas de personas concretas, con rostros y nombres propios, depositados en las manos del autor, en primera persona y de frente. Plena prueba de confianza para él y del valor del desahogo para ellas.
Un relato conmovedor, saeta certeza al corazón humano provocando sentimientos y emociones, llevando a los lectores a un encuentro con los seres humanos de esa isla “tan bella, tan querida y tan injusta a la vez” según dice en su prólogo Jon Lee Anderson.
Cada crónica es una pincelada lograda con fragmentos de verdades recogidas en tiempos de encuentro con los otros; y en conjunto, “La Isla oculta”. Historias de Cuba”, es una panorámica que descubre a la isla caribeña profunda y de cuerpo entero desde un compromiso con las personas que brota de sus páginas, mostradas para que “quien quiera ver, que vea”.
Integra viejas creencias llegadas con los esclavos apiñados en los barcos desde África, perdurando de generación en generación en una cimbreante metamorfosis que no altera el fondo sino las formas.
Creencias, como todas las creencias, testimonios del potencial vital y/o mortal de la unidad psiquis-soma, de creciente valor en tiempos – más de sesenta años a veces- de carestía y desvalimiento generalizado.
Desafía preguntando crucialmente si aportan a una resiliencia portentosa o a una resignación derrotista que cierra el paso a cualquier atisbo de rebeldía.
Describe las inverosímiles maneras inventadas por la gente para no morirse de enfermedad, hambre, desamparo y hasta tedio, hasta que se marcha o se muere, por la condena de un contexto de mediocridad y decadencia tan parecido al de Europa durante las “edades oscuras” de las que Antonio Escohotado habla al referirse al medioevo.
Suma evidencias acerca de cómo los intentos de autonomía, individual o colectiva, inherentes a la condición humana pugnando por respirar mientras la garra de la dictadura se cierra en su cuello para asfixiarla sin lograrlo nunca del todo, son respondidos con una represión brutal y onerosa, la única función del poder en todo sitio donde el Estado, esa institución creada por Derecho para proteger respetar, proteger y promover la libertad, la igualdad jurídica y los derechos humanos aún no ha llegado.
Deja a ojos vistas a las víctimas y sobrevivientes de violencia y discriminación estructural, cruzando de arriba abajo, desde la cúspide del poder hasta la base de la sociedad, impregnando espacios públicos y privados.
Golpea, de frente y sin contemplaciones, destapando la cancelación de seres humanos en los huecos más profundos del olvido y el abandono.
La pieza en conjunto es un testimonio de cargo que responde a la crucial pregunta acerca de si la promesa de igualdad material de todos los cubanos, boleto a una sociedad fraterna y solidaria de justicia y realización humana plena, ha sido cumplida y, por consiguiente, justifica la liquidación de la libertad, la igualdad formal y los derechos individuales sistemáticamente ejecutada bajo garantía de un régimen represivo respaldado por el terror y la propaganda cuyo inicio fue marcado con las ejecuciones sumarias en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña y las expropiaciones desde 1959, inmediatamente después del triunfo de la revolución.
Abraham Jiménez Enoa no concluye su obra dejándonos en la frustrada comprensión de cómo se puede permitir a la opresión llegar a tales extremos, hundiéndose en ella.
Nos lanza un salvavidas cuando dice que “La vida en Cuba es un absurdo y a uno le queda más que, en un punto, asumir o adaptarse a esa demencia. Es por eso que los cubanos tenemos naturalizado el horror. Porque el horror es el método por el cual el castrismo ha logrado perpetuarse.” (En Viajar al Otro Mundo, p. 275), implicando así los conceptos de soledad y daño antropológico de Hanna Arendt e Hilda Molina, elementos de la condición infrahumana emergente de ese horror. Más allá, con “La Isla Oculta.
“Historias de Cuba” levanta el veto a la palabra de los cubanos, y al liberarlos, también él se libera. Más aún, nos ofrece liberarnos leyendo este libro de denuncia imperdible.